El taller de Jar II (Segunda época)

martes, 18 de marzo de 2014

Vida extrema.




En setiembre de 2009 se realizó en Uruguay la Segunda Escuela Iberoamericana de Astrobiología, organizada por la Oficina Regional de Ciencia para América Latina y el Caribe de la UNESCO y por la Facultad de Ciencias de la Universidad de la República.

Durante los días que duró la escuela, pude entrevistar a los científicos españoles, el bioquímico Ricardo Amils y el astrofísico Álvaro Giménez. También entrevisté al bioquímico mexicano Antonio Lazcano (link a la entrevista con Lazcano).

La entrevista con Ricardo Amils fue en la cafetería del hotel donde se realizó la escuela de astrobiología. Ya era tarde y  Ricardo estaba cansado pero igual aceptó charlar conmigo. Fue una entrevista muy amena llena de anécdotas sobre sus años de estudios en Buenos Aires, de sus viajes por América Latina (y sus visitas a Uruguay), sobre cómo empezó a estudiar a los extremófilos y sobre cómo conoció al río con el que tiene un gran compromiso. Muchos hombres y mujeres tenemos un río en especial, al que regresamos cada vez que podemos. En este caso, Ricardo Amils tiene a su río Tinto.



Ricardo Amils midiendo el PH de las aguas del río.



Viernes 14.01.2011, Montevideo, Uruguay




El País Cultural



Con el bioquímico español Ricardo Amils





Un río marciano




Daniel Veloso



IMAGINE UN BARCO de navegantes fenicios, en el siglo VIII a.C., que tras cruzar las columnas de Hércules, el actual Estrecho de Gibraltar, y al seguir la costa, diera con la desembocadura de un río de aguas rojas como la sangre. "Los primeros que llegaron allí, remontaron su curso, porque aquel río tenía que venir del infierno", relata el profesor Ricardo Amils de la Universidad Autónoma de Madrid, una de las autoridades mundiales en el río Tinto. Este río de la provincia de Huelva, en el sur de España, que nace en las minas de cobre y oro, explotadas desde la antigüedad por iberos, fenicios y romanos, guardó durante mucho tiempo un gran secreto. Llamado Azije (ácido sulfúrico), por los árabes, posee aguas muy ácidas, con un pH 2.3, (el agua tiene PH 7, neutro). Por esta razón al Tinto se lo creyó sin vida y hasta en la era moderna se lo describía como un río contaminado. Al contrario, Ricardo Amils y sus colaboradores han descubierto no sólo que hay vida en el río Tinto, si no que son las propias formas de vida, bacterias que se alimentan del hierro que hay en el subsuelo, las que le dan las características al propio curso de agua. Estas bacterias, muy resistentes a ese medio tan hostil, forman parte de un grupo de seres conocidos como extremófilos. Se los encuentra en salinas, en aguas termales y hasta en centrales nucleares. La curiosa habilidad de estos organismos para soportar condiciones extremas ha llevado a la NASA a estudiar el río Tinto en colaboración con investigadores españoles, por las similitudes que tiene geológicamente el subsuelo del río con Marte.


Mapa de Andalucía, donde se señala el río Tinto atravezando la provincia de Huelva.






AL EXILIO. Ricardo Amils, nació en 1947 en Barcelona y es químico por tradición familiar como fue su abuelo y su padre. En 1969, Amils era delegado estudiantil en la Universidad. Ese año el régimen franquista reprimió duramente al movimiento estudiantil. La situación del joven estudiante se volvió peligrosa, y "se me aconsejó que sería bueno que desapareciera por un tiempo". Entonces decidió hacer un curso de posgrado en la Facultad de Medicina de Buenos Aires. Allí estudió una bacteria termófila que crece a 65ºc, siendo su primer contacto con extremófilos. Entonces se creía que estos seres debían tener propiedades distintas, pero no. "Hoy en día considerar 65º una temperatura extrema es ridículo, ya que hay microorganismos que crecen a 120º".

En 1973 Amils viaja a Estados Unidos a continuar con sus estudios y en 1977, coincidiendo con el regreso de la democracia, vuelve a España, a la Universidad Autónoma de Madrid. "Allí empecé a trabajar con termófilos, pero ya en serio, con los que crecen a 90 o 95 grados". Estudió al Sulfologus acidocarbularius, un microorganismo que crece en Italia, en las sulfataras del volcán Vesubio.




Un puente romano cruza el río Tinto cerca de la localidad de Niebla.

 

LAS AGUAS BAJAN ROJAS. A fines de los ochenta, su equipo de microbiólogos participó en un proyecto europeo de biominería en las minas de Río Tinto. "El proyecto no funcionó pero aprendimos sobre los microorganismos del río".

Debido a su alta acidez y a su color rojo, por el hierro en solución, el río siempre se consideró contaminado. Pero lo que descubrieron es que el río ya tenía esas condiciones, mucho antes de que fueran explotadas las minas, hace 5.000 años. "Desde siempre se ha creído que el río era producto de la actividad minera y hemos podido demostrar que eso no era verdad".

Al poco tiempo Amils es invitado a integrar el Centro de Astrobiología, una institución española asociada a la NASA y al Astrobiology Institute. "Cuando los investigadores de la NASA empezaron a oír en los congresos sobre el río Tinto y las propiedades que tenía, se interesaron en el tema y de ahí surgió el Proyecto Marte".





El proyecto duró de 2003 a 2006 y consistió en hacer perforaciones en la Faja Pirítica Ibérica, formación geológica de 200 kilómetros de largo, rica en pirita, un sulfuro compuesto mitad de azufre y mitad de hierro. "Los microbiólogos queríamos aprender qué había en el subsuelo y los ingenieros de la NASA querían probar toda la parafernalia que han diseñado para perforar en Marte". En río Tinto los ingenieros consiguieron bajar siete metros de profundidad. "Eso es un gran logro, no son los metros que a todos nos gustarían pero mejor eso que una piedra". Al perforar han encontrado colonias de microorganismos, como el Leptospirillum ferrooxidans, que se alimentan y obtienen energía solubilizando la pirita. Luego el agua aflora a la superficie transportando el hierro.




Organismos quimiolitoautótrofos aislados del agua del río Tinto o de zonas adyacentes. (A) Crecimiento
sobre medio sólido de bacterias oxidadoras del Fe; (B) Fotografía al microscopio electrónico de transmisión (MET) de Acidithiobacillus thiooxidans; (C) Fotografía al MET de una bacteria oxidadora de Fe, posiblemente  Leptospirillum sp.; (D) Fotografía al MET de un aislado quimiolitoautótrofo y termófilo,
posiblemente una arquea Sulfolobal; (E)  Leptospirillum ferrooxidans al microscopio  óptico con contraste de
fases; (F) Bacterias quimiolitoautotrofas alrededor de un grano de azufre elemental. (Ver fuente).



 

LA VIDA BAJO TIERRA. Para Amils lo que se pretendía con la perforación era mostrar cómo la actividad microbiológica patrocinaba las condiciones para que el agua se cargara con ácido sulfúrico y con hierro. "Cuando salen con la corriente de agua, esos mismos microorganismos ya no viven en el interior de la piedra sino que continúan su vida a lo largo del cauce del río que tiene 90 kilómetros de largo".

Al evaporarse el agua los minerales se acumulan dándole al río un aire de paisaje alienígena. "Ahí empiezan a aparecer a orillas del Tinto los sulfatos de hierro, la jarosita, la goethita y los óxidos de hierro como la hematites". Algunos de estos minerales han sido encontrados en Marte por los dos robots todo-terreno de la misión MER. En 2004, el rover Opportunity detectó jarosita, interpretándose como una prueba de la existencia, en el pasado, de agua líquida en Marte.


Esta afloración rocosa, analizada por el rover Opportunity, contiene “jarosita”, un mineral que contiene azufre. La imagen de detalle muestra un ‘blueberry' (arándano) de hematita, que se cree que se ha formado por la acción del agua. La jarosita ha sido utilizada históricamente como pigmento, aunque su descubrimiento por la ciencia fue reciente, en 1852, tomando el nombre del lugar de su descubrimiento: el Barranco Jaroso (Almeria). (ver fuente de la imagen)




Amils afirma que de los dos rovers, el Spirit y el Opportunity (que fueron diseñados para durar tres meses y ya cumplieron siete años en el planeta), se han obtenido muchas enseñanzas. Estas serán usadas para diseñar la próxima misión, el MSL (Mars Science Laboratory), que llevará un perforador.
Explica que su compromiso con la búsqueda de vida en Marte no es una obsesión, al contrario, es una cuestión práctica: "Sé que puedo alcanzar la exploración de Marte, pero la de Europa, una de las lunas de Júpiter, la harán los jovencitos", dice riendo.



 El Opportunity.


 También Marte lo estimula porque es similar a río Tinto. "Creo que lo que hemos encontrado en río Tinto puede ser que exista en Marte, porque hay demasiadas casualidades para que sea imposible que no haya vida allí". Una prueba es que los minerales que hay en Marte están en río Tinto. "En el pasado ha habido mucha actividad volcánica en Marte y si hubo un océano, también hubo actividad hidrotermal submarina". Esta produce sulfuros metálicos, que podrían haber ofrecido condiciones para que surgiera vida que obtuviera su energía de estos minerales igual que lo hacen las bacterias del Tinto. "Puede que fueran producidos geológicamente, pero al haber agua, que de eso no hay ninguna duda, permite pensar en otro tipo de posibilidades y la vida lo único que necesita es una posibilidad".


"Arándanos" de hematites.


Ricardo Amils explica que hace unas décadas se pensaba "que la vida era muy sutil, y que sólo se podía dar en determinadas condiciones, pero ahora se sabe que no es así". Dice Amils que la vida, si encuentra los materiales para poder obtener energía, como en río Tinto, también los podría hacer en otros sistemas planetarios. Asegura que la posibilidad de que haya vida en Marte existe, pero habrá que demostrarla "y no será fácil porque esta vida estará en el subsuelo y habrá que perforar y no es lo mismo que perforar en el planeta Tierra".







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